Decía William Shakespeare, y más tarde, Josef Stalin, lo siguiente:
El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos
A menudo, nos atrevemos a tratar el tema del destino con la valiente pregunta: ¿Crees en el destino? Y ante la que quedas completamente atrapado, pues no sabes si decir que no, y que por tanto, te tachen de un vividor y de un incrédulo y escéptico, o decir que si, y entonces caer en la trampa y que seas considerado un fatalista, puesto que ya no puedes cambiar nada.
En la Antigua Grecia, se creía que el destino estaba controlado por las Parcas, ya que la vida estaba considerada como un hilo que una de ellas enganchaba en la rueca, otra lo hacía avanzar y otra lo cortaba una vez que considerara que el fin había llegado. Los griegos temían por su destino, al igual que los romanos, y pensaban que éste estaba sujeto a las deidades y los deseos y caprichos de ellas.
Con la llegada del cristianismo, el destino se deja en las manos de Dios. Bueno, no es que se deje en sus manos, sino que toda la idea del destino se asocia a Dios y al Bien Divino. La máxima del hombre, su destino, se encamina a lograr la gracia de Dios, a atravesar las tentaciones terrenales para poder alcanzar la vida verdadera, que es aquella que le sigue a la muerte.
Finalmente, con el desarrollo de los grandes pensamientos filosóficos de la Historia, surge la corriente determinista, que afirma que nuestros actos, nuestros pensamientos y todo lo que se relaciona con nuestra persona, está determinado por el binomio causa-efecto. Esta corriente, además, venía dada por dos variantes: una más fuerte, en la que no se permite la existencia de nada azaroso, sino que toda nuestra existencia está escrita; y otra más débil, y que afirma que son las consecuencias y los hechos futuros los que están determinados por las acciones del presente.
Hablar del destino, y por ende, del futuro, es algo muy difícil, tan difícil como es hablar de algo desconocido.
Muchas son las citas que tratan el tema del destino, tales como:
A menudo encontramos a nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo - Jean de la Fontaine
El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños - Eleanor Roosevelt
El porvenir pertenece a aquellos que no están desilusionados - George Sorel
Yo soy el dueño de mi destino, yo soy el capitán de mi alma - William E. Henley
Y muchas son las discusiones que se han creado a raíz del tema, sin embargo, nunca obtenemos una respuesta que sea universalmente aceptada.
Personalmente, creo que sí que existe una fuerza superior que determina ciertas cosas, a la que puedes llamar Dios, llamar Destino o como sea... Creo que hay ciertas cosas que no ocurren por que sí, sino que, aunque todavía no conozcamos sus efectos, al poco tiempo nos damos cuenta de que habría varias cosas que hubieran cambiado.
Y si...
Por supuesto que el ser humano es libre, aunque no totalmente. Es libre en cuanto al poder que tiene para elegir, para tomar una decisión. Pero una vez tomada, esa decisión es irrevocable (en determinadas ocasiones) y ya no puede escapar a sus consecuencias, en cierta forma, el propio ser humano limita su libertad.
De nuevo hablando en primera persona, creo que el destino viene asociado a las ideas del Cambio y de la Ilusión. Yo, por ejemplo, soy una persona que necesita incorporar muchos cambios en mi vida. Odio la rutina. Necesito vivir cada día, pero vivirlo de verdad... Que se haga notar que cada día es diferente. Necesito del Cambio para poder vivir. Con esto tampoco quiero decir que sea un alma loca que no encuentra descanso, simplemente, que me gusta tener la idea de que puedo hacer muchas cosas, de que no me cierro de puertas, de que no hay un rato en el que no sepa qué hacer. Y es esta misma idea del Cambio la que me proporciona Ilusión.
Creo que el ser humano necesita tener ilusión. Necesita de la esperanza de que hay algo más que el simple día a día, y con esto tampoco me estoy refieriendo a más allá de la muerte, sino en nuestra vida diaria. ¿Cuántas veces nos ha pasado que deseamos que llegue un momento que nos hace mucha ilusión y hacia el que se enfocan todos nuestros actos y sentimientos? La ilusión es el impulso esencial en nuestras vidas. Cuando caemos en la rutina, cuando desaparece esa ilusión, tenemos un sentimiento extraño, un sentimento de vacío. Lo que nos lleva a la siguiente reflexión:
Tanto el Cambio como la Ilusión son una droga
Y tanto que si lo son. Y lo peor de todo es que su ausencia nos lleva a la Decepción y, en casos graves, a la Depresión. Por lo que es importante que sepamos distinguir entre dosis moderadas de ilusión y cambio. Que sepamos que hay momentos para todo. Porque lo que hace la vida no son sólo esos momentos de cambio, sino la propia espera del cambio. Si nos fijamos en un sólo objetivo, nos estaremos perdiendo una gran cantidad de cosas que ocurren a nuestro alrededor.
Y es aquí donde retomamos el tema del Destino. En nuestras manos está el poder del Cambio, de la Ilusión, de los hechos a corto plazo. Sin embargo, hay una fuerza superior que rige los hechos a largo plazo, una fuerza que, mientras que nosotros estamos pendientes del día a día, va labrando nuestro futuro con nuestras propias decisiones. Y, ¿por qué no? Creo que hasta en ocasiones, nos obliga a tomar ciertos caminos que, en un moemento nos pueden decepcionar, pero que, a la larga, llevan a otro sendero que no podríamos haber hallado de tomar el camino contrario.
Y ya, a modo de conclusión, si es que es podible concluir en el discurso de un tema como este, decir que sí que es posible que exista el Destino, una fuerza superior que va uniendo las consecuencias de nuestros actos, y que nos guía en otros, para que, al final, lleguemos a otro sendero, que posteriormente llevará a otra bifurcación, pero al que no habríamos podido llegar solos. No siempre se trata de ver los hechos del presente, sino de saber esperar, de saber ilusionarse con algo llega. Porque, aunque ya desesperemos y desistamos en la búsqueda, pensando que no hay lugar para nosotros... justo en el momento en el que lo demos todo por perdido, justo en el momento de mayor incertidumbre, en el del límite de lo cotidiano y de lo conocido, llegará un giro. Y son esos giros los que nos hacen crecer y los que dan sentido al camino.
Me despido, disculpándome por la posibles faltas, y les animo a reflexionar con una frase de Paulo Coelho:
Ciertas cosas son tan importantes que necesitan ser descubiertas solas