jueves, junio 30

Tres puñaladas

Hora de la muerte: 4.00 am.
Causa de la muerte: tres puñaladas en el corazón, paro cardiaco inmediato, sin posibilidad de reanimación. 

"(Mateo 26:69-75). 
Pedro negó a Jesús tres veces. Un poco antes, Pedro estuvo dispuesto a defender a Jesús y cortó la oreja del siervo del sumo sacerdote (Mateo 26:51).

Después, Pedro tuvo miedo de los enemigos de Cristo, y lo negó tres veces. ¡Qué contraste! Dos veces, cuando una joven preguntó si Pedro era discípulo de Jesús, él lo negó. La tercera vez algunos hombres preguntaron a Pedro de su relación con Jesús, y una vez más, negó conocerlo.

La negación de Pedro, es la realidad de los cobardes."

Un halo de luz y después todo oscuro. Mientras, el frío del hierro le recorría las venas a la vez que éste se adentraba en lo más profundo de su corazón. Un temblor. Un mareo. Una lágrima cayendo por su mejilla. Pero sacaron el puñal.... y la herida parecía sanar...

Días después... La sangre volvía a correr por sus venas. El temblor y el temor habían desaparecido. Los rayos de sol iluminaban su rostro... y poco a poco brotaba esa sonrisa que tantos meses había estado buscando. La seguridad. 

Pero, de nuevo, sorprendió a la mano en su camino... y otra vez el puñal se adentró en sus entrañas... sangrando a borbotones... y todos los recuerdos pasaron por su mente... y lamentó haber buscado de nuevo la mano.  Pero de pronto, algo mágico sucedió, y es que fue esa misma mano la que le agarró, le levantó... y le intentó curar la herida. Le mostró confianza. Le prometió que era la última. Ya veía la luz... pero la mano le apartó de ella y le devolvió a la realidad. 

La confianza en la mano volvió, y la herida curó más rápido de lo que pensaba. Pero en una noche oscura y acalorada... de nuevo la mano le sedujo con sus encantos y clavó la tercera puñalada y definitiva. Aquella que le haría caer al suelo. Aquel hierro frío que ya había sentido antes. Pero mucho más profundo. Y las lágrimas brotaron de sus ojos cual manantial. Y el aire le empezó a faltar. La mirada se perdió. Y un hilo de sangre brotó de sus carnosos labios. 

Cayó. Muerto. Tendido en el suelo. Su corazón intentando luchar... y la mano sonriendo ante la victoria final. 

viernes, junio 24

Amor, un abismo que nos engaña...

Quevedo definía de la manera siguiente el amor:




Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,
un cobarde con nombre de valiente,
un andar solitario entre la gente,
un amar solamente ser amado.

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero parasismo,
enfermedad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es tu abismo:
mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo.

En todo tiene razón pues un competo abismo en el que vas cayendo poco a poco y, si tienes suerte, nunca llegarás al fondo, pero irás de la mano con el amado, pero si la diosa Afrodita no te favorece, el destino hará que caigas en ese abismo pero al cierto tiempo, esa mano que te sujeta te suelte... y caigas en lo más profundo de la oscuridad del alma. Llorarás y llorarás... tus lágrimas bastarán para crear un nuevo mar en el que te irás hundiendo. La Soledad es el peor enemigo... y muy difícil de vencer. La mano que te sujetaba ha dejado una herida al marcharse... y quema... arde... sangra... y es una herida que no cura... 

Se sucederán ante tí todos los recuerdos... pero solamente los buenos... los malos parecen desaparecer con la mano que se va. Y de ese parasismo en el que vivías... no quedará nada... te encontrarás sin alimento... sin fuerzas... si esa alegría que te hacía despertar por las mañanas y que te arropaba por la noche... sin ese cálido beso... apasionado... 
como bien dice, es una libertad encarcelada... que te va encerrando más y más... pra después dejar de encerrarte y darte cuenta que ya no es libertad, sino que se volvió castigo... que estás solo en el olvido...
y no me creerás... y pensarás que te engaño... y tus ciegos ojos mirarán al frente y dirán que todo aquello era verdad y que esto que te cuento no es real... pero ya despertarás... ya... descubrirás la farsa en la que vivías... descubrirás las mentiras... descubrirás que él no te amó como tú a él... y entonces querrás luchar por no perderle... pero a veces es mejor dejarlo marchar... y patalearás... y llorarás.. y querrás morir... pero no puedes... pues ya muerto estás, ya no hay nada que remediar... la mano se marchó... la desesperación y la soledad ya se acercan galopando... la luz de tus ojos se apaga... y tu corazón ya maldito está

domingo, marzo 27

Hace mucho tiempo...

Que no me paso por aquí. Es terrible. Es imperdonable. Es inhumano. Y la verdad es que necesitaba volver a escribir, sobre mí, sobre aquellos maleantes y corsarios que nadan por el agua de mi alma, sobre aquellos aventureros que hoy no son más que aldeanos asentados, sobre todo, sobre nada.

Y es que además, ahora mismo no atravieso una de las mejores etapas de mi vida, y por eso creo que es ahora cuando más necesito comunicarme con el mundo, hacer suyos mis problemas para así poder hallar una solución.

Sin más dilación, que dé comienzo esta nueva etapa de El Bombín.

lunes, diciembre 28

Curioso cretino es Don destino



Decía William Shakespeare, y más tarde, Josef Stalin, lo siguiente:

El destino es el que baraja las cartas, pero nosotros somos los que jugamos
A menudo, nos atrevemos a tratar el tema del destino con la valiente pregunta: ¿Crees en el destino? Y ante la que quedas completamente atrapado, pues no sabes si decir que no, y que por tanto, te tachen de un vividor y de un incrédulo y escéptico, o decir que si, y entonces caer en la trampa y que seas considerado un fatalista, puesto que ya no puedes cambiar nada.

En la Antigua Grecia, se creía que el destino estaba controlado por las Parcas, ya que la vida estaba considerada como un hilo que una de ellas enganchaba en la rueca, otra lo hacía avanzar y otra lo cortaba una vez que considerara que el fin había llegado. Los griegos temían por su destino, al igual que los romanos, y pensaban que éste estaba sujeto a las deidades y los deseos y caprichos de ellas.

Con la llegada del cristianismo, el destino se deja en las manos de Dios. Bueno, no es que se deje en sus manos, sino que toda la idea del destino se asocia a Dios y al Bien Divino. La máxima del hombre, su destino, se encamina a lograr la gracia de Dios, a atravesar las tentaciones terrenales para poder alcanzar la vida verdadera, que es aquella que le sigue a la muerte.

Finalmente, con el desarrollo de los grandes pensamientos filosóficos de la Historia, surge la corriente determinista, que afirma que nuestros actos, nuestros pensamientos y todo lo que se relaciona con nuestra persona, está determinado por el binomio causa-efecto. Esta corriente, además, venía dada por dos variantes: una más fuerte, en la que no se permite la existencia de nada azaroso, sino que toda nuestra existencia está escrita; y otra más débil, y que afirma que son las consecuencias y los hechos futuros los que están determinados por las acciones del presente.

Hablar del destino, y por ende, del futuro, es algo muy difícil, tan difícil como es hablar de algo desconocido.
Muchas son las citas que tratan el tema del destino, tales como:


                   A menudo encontramos a nuestro destino por los caminos que tomamos para evitarlo - Jean de la Fontaine

El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños - Eleanor Roosevelt

El porvenir pertenece a aquellos que no están desilusionados - George Sorel

Yo soy el dueño de mi destino, yo soy el capitán de mi alma - William E. Henley


Y muchas son las discusiones que se han creado a raíz del tema, sin embargo, nunca obtenemos una respuesta que sea universalmente aceptada.

Personalmente, creo que sí que existe una fuerza superior que determina ciertas cosas, a la que puedes llamar Dios, llamar Destino o como sea... Creo que hay ciertas cosas que no ocurren por que sí, sino que, aunque todavía no conozcamos sus efectos, al poco tiempo nos damos cuenta de que habría varias cosas que hubieran cambiado.

Y si...

Por supuesto que el ser humano es libre, aunque no totalmente. Es libre en cuanto al poder que tiene para elegir, para tomar una decisión. Pero una vez tomada, esa decisión es irrevocable (en determinadas ocasiones) y ya no puede escapar a sus consecuencias, en cierta forma, el propio ser humano limita su libertad.

De nuevo hablando en primera persona, creo que el destino viene asociado a las ideas del Cambio y de la Ilusión. Yo, por ejemplo, soy una persona que necesita incorporar muchos cambios en mi vida. Odio la rutina. Necesito vivir cada día, pero vivirlo de verdad... Que se haga notar que cada día es diferente. Necesito del Cambio para poder vivir. Con esto tampoco quiero decir que sea un alma loca que no encuentra descanso, simplemente, que me gusta tener la idea de que puedo hacer muchas cosas, de que no me cierro de puertas, de que no hay un rato en el que no sepa qué hacer. Y es esta misma idea del Cambio la que me proporciona Ilusión.



Creo que el ser humano necesita tener ilusión. Necesita de la esperanza de que hay algo más que el simple día a día, y con esto tampoco me estoy refieriendo a más allá de la muerte, sino en nuestra vida diaria. ¿Cuántas veces nos ha pasado que deseamos que llegue un momento que nos hace mucha ilusión y hacia el que se enfocan todos nuestros actos y sentimientos? La ilusión es el impulso esencial en nuestras vidas. Cuando caemos en la rutina, cuando desaparece esa ilusión, tenemos un sentimiento extraño, un sentimento de vacío. Lo que nos lleva a la siguiente reflexión:


Tanto el Cambio como la Ilusión son una droga

Y tanto que si lo son. Y lo peor de todo es que su ausencia nos lleva a la Decepción y, en casos graves, a la Depresión. Por lo que es importante que sepamos distinguir entre dosis moderadas de ilusión y cambio. Que sepamos que hay momentos para todo. Porque lo que hace la vida no son sólo esos momentos de cambio, sino la propia espera del cambio. Si nos fijamos en un sólo objetivo, nos estaremos perdiendo una gran cantidad de cosas que ocurren a nuestro alrededor.

Y es aquí donde retomamos el tema del Destino. En nuestras manos está el poder del Cambio, de la Ilusión, de los hechos a corto plazo. Sin embargo, hay una fuerza superior que rige los hechos a largo plazo, una fuerza que, mientras que nosotros estamos pendientes del día a día, va labrando nuestro futuro con nuestras propias decisiones. Y, ¿por qué no? Creo que hasta en ocasiones, nos obliga a tomar ciertos caminos que, en un moemento nos pueden decepcionar, pero que, a la larga, llevan a otro sendero que no podríamos haber hallado de tomar el camino contrario.

Y ya, a modo de conclusión, si es que es podible concluir en el discurso de un tema como este, decir que sí que es posible que exista el Destino, una fuerza superior que va uniendo las consecuencias de nuestros actos, y que nos guía en otros, para que, al final, lleguemos a otro sendero, que posteriormente llevará a otra bifurcación, pero al que no habríamos podido llegar solos. No siempre se trata de ver los hechos del presente, sino de saber esperar, de saber ilusionarse con algo llega. Porque, aunque ya desesperemos y desistamos en la búsqueda, pensando que no hay lugar para nosotros... justo en el momento en el que lo demos todo por perdido, justo en el momento de mayor incertidumbre, en el del límite de lo cotidiano y de lo conocido, llegará un giro. Y son esos giros los que nos hacen crecer y los que dan sentido al camino.

Me despido, disculpándome por la posibles faltas, y les animo a reflexionar con una frase de Paulo Coelho:


Ciertas cosas son tan importantes que necesitan ser descubiertas solas



Un intento de escribir...


       Lo sé. Llevo un tiempo sin publicar nada. Pero no es por falta de rigor, sino porque creo que para poder escribir es necesario tener una inspiración, un "algo" que nos empuje, que nos incite a plantearnos cosas y, después, a escribir sobre ellas, a reflexionar sobre ellas. Personalmente, creo que el escribir no es más que una vía para que nuestra alma se desahogue.

No hay nada mejor que un folio en blanco.

No hay mejor momento que el de poner la primera letra. La primera palabra. El primer pensamiento.

La primera frase es posible que cueste. Es posible que la llevemos pensando un tiempo. O que, tras verla escrita, decidamos cambiarla por completo. Pero tras el primer punto. Nuestra mente comienza a ser un hervidero de ideas. Las palabras, artículos, los sentimientos... todo fluye... nuestros dedos ya no responden más a los dictados de la razón... sino a un poder mucho mayor... a un poder ante el que no respondemos... y solamente cuando hemos llegado al final y despertamos de ese "pequeño trance" releemos nuestras palabras y nos encontramos ante párrafos y párrafos que no sabemos cómo han llegado hasta ahí.

Curioso proceso el de escribir.

Curioso el mundo de las ideas.

He de admitir, que acaba de ocurrirme eso. mientras que esta entrada iba a tratar sobre el destino, me encuentro con que ya he ocupado algo más que una simple introducción hablando sobre el proceso de escribir. Y otras tantas cosas que podría reflejar en estas líneas. Pero quizás, y puesto que es algo más que un placer, deba dosificar ese trance... y continuar, en otro momento, desvelando sus más oscuros secretos...

Es más, les invito a que prueben la dulce droga de la palabra. el arma más embaucadora. Y la más poderosa. Mientras tanto, hablaré sobre el destino en la siguiente entrada.

Punto final.