Causa de la muerte: tres puñaladas en el corazón, paro cardiaco inmediato, sin posibilidad de reanimación.
"(Mateo 26:69-75).
Pedro negó a Jesús tres veces. Un poco antes, Pedro estuvo dispuesto a defender a Jesús y cortó la oreja del siervo del sumo sacerdote (Mateo 26:51).Después, Pedro tuvo miedo de los enemigos de Cristo, y lo negó tres veces. ¡Qué contraste! Dos veces, cuando una joven preguntó si Pedro era discípulo de Jesús, él lo negó. La tercera vez algunos hombres preguntaron a Pedro de su relación con Jesús, y una vez más, negó conocerlo.
La negación de Pedro, es la realidad de los cobardes."
Un halo de luz y después todo oscuro. Mientras, el frío del hierro le recorría las venas a la vez que éste se adentraba en lo más profundo de su corazón. Un temblor. Un mareo. Una lágrima cayendo por su mejilla. Pero sacaron el puñal.... y la herida parecía sanar...
Días después... La sangre volvía a correr por sus venas. El temblor y el temor habían desaparecido. Los rayos de sol iluminaban su rostro... y poco a poco brotaba esa sonrisa que tantos meses había estado buscando. La seguridad.
Pero, de nuevo, sorprendió a la mano en su camino... y otra vez el puñal se adentró en sus entrañas... sangrando a borbotones... y todos los recuerdos pasaron por su mente... y lamentó haber buscado de nuevo la mano. Pero de pronto, algo mágico sucedió, y es que fue esa misma mano la que le agarró, le levantó... y le intentó curar la herida. Le mostró confianza. Le prometió que era la última. Ya veía la luz... pero la mano le apartó de ella y le devolvió a la realidad.
La confianza en la mano volvió, y la herida curó más rápido de lo que pensaba. Pero en una noche oscura y acalorada... de nuevo la mano le sedujo con sus encantos y clavó la tercera puñalada y definitiva. Aquella que le haría caer al suelo. Aquel hierro frío que ya había sentido antes. Pero mucho más profundo. Y las lágrimas brotaron de sus ojos cual manantial. Y el aire le empezó a faltar. La mirada se perdió. Y un hilo de sangre brotó de sus carnosos labios.
Cayó. Muerto. Tendido en el suelo. Su corazón intentando luchar... y la mano sonriendo ante la victoria final.
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