jueves, octubre 6

Una gran reflexión

Llevaba tiempo deseando volver a este rinconcito. A este espacio en blanco en el que volcar todo lo que pasa por mi mente. Sin embargo, me resultaba muy difícil, porque no sabía exactamente qué sentía, o qué pensaba, o cómo me encontraba. Ante la simple pregunta de qué tal, surgían en mi mente múltiples respuestas, pero siempre elegía la misma: bien.

Pero no estaba bien. A mis 21 años, sufría la crisis de los 40, o de los 21, da lo mismo, una crisis es una crisis. Y el caso es que, ahondando en lo más profundo de mí, encontré, vísceras aparte, un gran problema, y es que no estaba siendo yo, no estaba viviendo MI VIDA.

Siempre he sido bastante reticente ante el comentario de "es que le han educado así", pues implica que el ser humano sólo puede ser formado una vez y que no puede evolucionar ni aprender por sí solo. Sinceramente opino que el hombre nunca deja de aprender y que somos nosotros quienes debemos observarnos ante el espejo y ver cómo somos realemente y no cómo creemos que somos. Y si no nos gusta luchar contra ello,aunque sea difícil, aunque erremos mil veces, aunque nos digan que no podremos.

Con esto no quiero decir que podamos cambiar nuestra forma de ser de la noche a la mañana, si no que es un proceso costoso ya que hemos crecido con esa forma de ser y la tomamos como inherente a nosotros.

Pero hay ciertas ocasiones en que si seguimos por el mismo camino podemos llegar a sufrir, a hacernos daño, a no ser felices.

Personalmente, crecí siendo comparada todo el tiempo, por parte de padres y por más familiares. Preguntas como ¿eres ya la primera de la clase? ¿Has sacado la nota más alta? ¿quién está por delante de ti? Son frases que ´por una parte animaban a esforzarse más y a ser mejor, y por otra, estaban moldeando un tipo de personalidad horrible, en la que nunca dejas de competir. Es bueno motivar a los hijos, pero no enseñarlos a morir con tal de llegar a la cima. ¿qué perdía yo sacando un 9 en lugar de un 9, 1 en primaria? Pero luego estaba el razonamiento inverso, en frases como "hay que ver la pobre de Fulanita, que no hace más que estudiar y no consigue aprobar, y mírate tú que con leértelo y no esforzarte sacas un 10" y pienso yo, claro, como si me viniera todo por ciencia infusa, como si encima tuviera la culpa de que Fulanita suspendiera, a ver si es que de verdad no estudiaba tanto como decían!
y ya por último las comparaciones físicas, que si Fulanita es más alta y más guapa, que hay que ver que Menganita que podría ser modelo, que vaya jamoncitos que estás echando...

En fin, pongámonos serios.

Toda esta fantástica introducción viene a que el resto de mis años me los he pasado comparándome con los demás. Que si esta chica es más guapa, que si esa chica es más alta, que hay que ver como cae bien a todo el mundo, que si hace reir, que si todo el mundo le escribe, que qué estilo tiene... y a continuación,porque yo no soy tan alta, porque yo no intereso a la gente, porque yo no caigo tan bien... y así hasta la muerte. Esto se conviritió en un ciclo vicioso, en el que cuanto más me comparaba, más me deprimía, y cuanto más me deprimía, menos capacidad para dejarme ser yo misma, y cuanta menos capacidad para dejarme ser yo misma, más intentaba imitar a los demás, y entonces comenzaba a vivir una vida hecha de retales.

Retales de todas las cosas que me gustaban de los demás. Sin darme cuenta de que no podían funcionar en mí, porque no era yo, era un reflejo de los demás. Con esto no digo que no esté bien aprender de los demás y crecer con ellos, pero eso es una cosa, y otra muy distinta es lo que yo hacía.

Y ahora, 21 años después, me miro al espejo y no me reconozco. No me veo como yo era, sino que veo una mezcla de cosas que me gustan de otros, pero que no encajan y no hacen más que estropearlo más. Hasta tal punto que no sé quien soy, ni a dónde quiero ir, ni qué quiero hacer... Estoy vacía por dentro... Soy como un alma inerte... Que se dedica a vagar de un lado a otro, a imitar pero no aprender... A no crecer... A no ser yo, a no vivir mi vida, sino la de los demás.

Y llegó un punto en que no sabía cómo seguir... en que los días eran todos iguales, en los que no merecía la pena levantarse de la cama, en los que nada tenía sentido, NADA.

Y decidí echar la vista atrás, y como dije anteriormente, autodestruirme, para construirme de nuevo, para recuperar quién yo era, para poder crecer y vivir mi propia vida, sin comparaciones, sin vivir pendiente de qué hacían los demás, sino de qué hacía yo y cómo lo hacía. Y de repente tras unos días de reflexión, y de anotaciones, y de meditación... comencé a cambiar... a ver las cosas de otra forma, aunque tuviera que esforzarme, a no preocuparme tanto por el qué dirán,  a decir lo que pienso, a no ser un conjunto de retales, a sonreír e ilusionarme por las cosas, a ver un futuro, a ver MI VIDA.

Gracias por leer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Enhorabuena, preciosa!!... alégrate, porque has despertado del sueño de los demas.
Eres la luz que habita en el interior, no la lámpara, sino la llama. Párate. Despójate de todo. Amárrate a ese vacio y deja, que sólo esa luz, sea la que revele el camino a seguir...
Mil besos!!!
S.M